Llama un inspector

2007 - 2009


John Boynton Priestley tenía tan marcada obsesión por el tiempo como preocupación metafísica y elemento argumental que lo convirtió en eje de algunas de sus obras, de forma singular en «El tiempo y los Conway». De ello también participa una de sus piezas más conocidas, «Llama un inspector», donde tiene un marcado protagonismo como magnitud inquietante en la que un hipotético futuro próximo se manifiesta tal vez como alucinación culpable del presente. Es una suerte de comedia de costumbres con sesgos de thriller, en la que Priestley hace que vida e ilusión se confundan jugando con una original concepción del tiempo como elemento dramático. Su argumento presenta a una familia de la aristocracia industrial británica que, cuando celebra la pedida de mano de su hija, recibe la visita de un inspector que investiga el suicidio de una joven humilde; el recién llegado va demostrando sutilmente que todos, de alguna forma, contribuyeron al desgraciado final. Un ovillo que el autor desenreda con gran dominio de la temperatura psicológica y el ritmo escénico, manteniendo al espectador cautivo de la historia hasta su desembocadura en un final desazonador envuelto en interrogantes, un redoble de conciencia que abre una honda reflexión moral en torno a la responsabilidad individual y colectiva de las acciones del ser humano.

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